lunes, 21 de octubre de 2013

Abrazando a una sombra


Tal vez haya llegado ya a ese punto, de querer abrazar al vacío . De sentir como la caricia más dulce, el silencio. De amar las ausencias. Guardar con cariño los huecos que han ido quedando en mi. Después de todo ya no tengo tanta prisa , ya no son un lastre las esperas, ya no hay nada por que esperar. Me puedo quedar observándolas ensimismada conociendo cada uno de sus matices.
Puede que mire desde mi bici en movimiento, el como nada cambia, como todo permanece en la memoria. Como pequeñas capsulas de lagrimas y sonrisas. Son como los caramelos que te comes cuando añoras comer. Consuelos de una vida bien vivida, regalos de las intensidades del tiempo.
Es posible que el hueco se haya hecho demasiado grande y se lo haya comido todo.
Pero también en ello reside la belleza. Además es probable que la vida sea un gran calcetín y ahora haya algo similar y nuevo al reverso.
Al fin y al cabo, solo queda escuchar, experimentar, y vivir.
Aprender a darle un abrazo a la ausencia de luz y sentirlo como uno de esos abrazos calidos de los que no quieres salir.
Os imagináis sacar la felicidad de la ausencia de todo? Poder mirar con otros ojos y conocer otras formas de pensar otros caminos.
Experiencias increíbles que residen en la falta de, en la calma. Esto me ha recordado a Relato de un naufrago-Gabriel García Márquez.
Rodeada por la inmensidad de un océano sin diferencias, sin horizontes, es calma que ahoga en soledad y reside en todos.

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